No te esperaba capítulo 3.

NARRA ÁGATA
  Pues aquí estamos, Ed, María y yo viendo una película, ¿de dibujos? Nota mental: no dejar nunca más a María elegir película. Además, me está entrando un aburrimiento, que no veas, eso, sumado a la hambre que tengo, lo que ha pasado con Lucas, y el vestido que llevo (es que eso de llevar vestidos no es lo mío), no es que me lo esté pasando muy bien.


-Ed - María se levanta del sofá de golpe -, ven, que vamos a por algo de comer a la cocina.
-Voy yo también - digo yo, intentando deshacerme de esta maldita película.
-¡No! - dice María de golpe - Digo, que Ed y yo nos la apañamos bien solos, además, es su cocina, ¿no? Él sabe mejor que nadie dónde están las cosas. ¡Vamos Ed!


  Y como si fuera su madre, se lo lleva agarrado de la muñeca hasta la cocina. Seguro que no van a por algo de comer, María le irá a decir a Ed algo, llevan haciendo eso bastante tiempo.


NARRA MARÍA
-Vamos a ver - siento a Ed en una de las sillas de su cocina -, ¿a tí qué te pasa?
-¿Qué me pasa de qué?
-Tienes a Ágata ahí, destrozadita y toda para tí, ¿y no haces nada?
-Tú misma te lo has dicho: está destrozada. Me gusta mucho, pero tampoco soy de esos que esperan a que la chica esté muy mal para entrar.
-Pero mírala, si te la he puesto guapa y todo.
-Ya - gira la cabeza y se la queda mirando como un tonto sin que ella lo note -, de eso si me he dado cuenta.
-¿Entonces? ¿A qué esperas?
-Dame mi tiempo, ¿vale?
-¿Cuanto tiempo? ¿Otros cuatro años? - Ed agacha la cabeza muy decaído - Mira, vamos a hacer un trato: tienes una semana para decírselo, sino, se lo digo yo.
-¿Siete días? - levanta la mirada hacia mi, con carita de cachorrito.
-Eso mismo, siete días. Y ahora venga, cojamos algo de comer, si no Julieta se nos va a  mosquear.
-¡Qué no la llames así!
-Vale, Romeo.
-Enserio María, ya cansa - me mira furioso.


  Le saco la lengua y estallamos en risas. Después cogemos unas patatas fritas y se las llevamos a Ágata. Miro mi reloj, son las nueve, mis padres me han dado hasta las y media, pero se me ha ocurrido una idea.


-¡Qué tarde es! - digo levantándome del sofá de golpe - ¡Yo me tengo que ir ya!
-Si te vas tú, me voy yo también - dice Ágata levantándose.
-No, no, no -  la empujo y esta se cae en el sofá -. Tú te quedas con Ed, además, tengo entendido que tu madre no está esta noche, así que te puedes quedar todo lo que quieras con Ed - lo último lo remarco mirando a Ed.
-Entonces te acompaño a la puerta - Ed se levanta y me acompaña -. Mira que eres retorcida - me susurra.
-De nada - le susurro con una de mis sonrisitas maléficas - Mañana hablamos - lo último lo digo en alto y me voy.


NARRA ED
¿En qué lío me he metido? Es que sabía que María no se estaría quieta. Vuelvo al salón donde está Ágata, sonriente, eso es bueno. Yo le devuelvo la sonrisa y vuelvo ha sentarme en el sofá. Y con pocas ganas, porque esta película es la cosa más aburrida que he visto en mi vida. Me da por mirar a Ágata y está mas o menos como yo: durmiéndose del aburrimiento.


-¿Quiéres hacer algo más divertido que ver esto? - le pregunto.
-Vale - me sonríe, parece que tenía ganas de hacer otra cosa.
-Entonces sube a mi habitación, mientras yo recojo un poco esto.


  Su sonrisa se hace más notable y sube corriendo las escaleras como una niña pequeña. Apago la televisión y recojo el salón rápidamente y subo. Mientras camino por el pasillo oigo como intentan (digo intentan porque no es que suene muy bien) tocar mi guitarra. Llego a mi habitación y me encuentro a Ágata “tocando” una canción que le enseñe hace tiempo.


-Creía que ya no te acordabas - dije acercándome a ella.
-Parece que no me conoces. Toma - me da la guitarra -, a tí te sale mejor.


  La cojo y empiezo a tocar la melodía, con unos arreglos que hice hace unas semanas. Levanto la vista para ver si a Ágata, y parece que sí, porque no deja de mirar como mis dedos chocan contra las cuerdas, con su hermosa sonrisa en la cara.


-¿Cómo lo haces? - me pregunta cuando termino.
-Pues mira, pongo los dedos encima de las cuerdas, y los muevo - digo sarcástico y los dos reímos.
-No, eso no. Quería decir que, ¿cómo haces para estar siempre tan alegre?


  “Porque pienso en tí”, pensé.


-Pues no se.
-Pues me tienes que enseñar, porque lo de estar feliz todo el día suena genial.
-Pues no se como enseñarte.
-Pues prende a enseñarme, y luego me enseñas.
-¡Dios que lio!


  Empezamos a reír como dos imbéciles en medio del silencio de mi casa. Esto es justo lo que estaba buscando: un buen ambiente para decirle a Ágata lo que siento.


-Mira Ágat…


  Me interrumpe con un abrazo. Fuerte, intenso, lleno de ¿amor? Espera que no me lo creo.


-Gracias - me susurra.
-¿Por? - pregunto con voz temblorosa, creo que se nota bastante que estoy muy nervioso.
-No se, por ser tú. ¿Sabes? Eres genial.



0 comentarios: